Nadie

28 junio 2011
El verano es doloroso
cuando se ha querido mucho y la copa está vacía;
como la piel y como los cajones
en los que dejábamos el corazón al llegar la noche.

Nada cura la tristeza de lo que se va.

Nadie viene a poner un ramo de flores sobre un alma muerta.

Bajo los puentes

Esta noche cuando todos duerman
voy a pintar los puentes de mi ciudad;
dibujaré corazones rojos, azules y también negros
como pozos sin agua.
Pintaré niños jugando en la playa
buscando en la arena la felicidad
como un tesoro a resguardar del paso del tiempo.
Dibujaré una aldea y una carreta llena de paja
un rio sin peces pero en paz
unas flores al borde del camino en el que me quedaré
hasta que llegue la noche y
pueda pintar la luna que se rompió.

detrás del cristal

Existen tantas palabras que no se han dicho
y se han diluído como gotas de lluvia tras el cristal;
parece mentira que los momentos felices que pasamos
sean esta ceniza que hoy tengo en las manos, por no
hablar del corazón.

Dónde irán los años de ilusión en los que bebimos de la misma copa
y bajo el mismo árbol.
Un día me miraste desde la rama más alta
pero el sol me impidió ver cómo desplegabas las alas.

Pintar ilusiones




Escribo frases en las paredes de mi casa
como si fueran gaviotas o anclas
para recordarme cada día que es hermoso vivir
a pesar de tanta ausencia.

Escribo " No pospongas la alegría"
y un campo de trigo y amapolas aparece ante mis ojos.
"lo que cierra el paso abre el camino"
y un sendero abierto al mar me lleva a salir cada mañana de casa
como si fuera el último.

Retiro y silencio

Tengo alma de pastor
y quiero una cabaña en lo alto de las montañas
por donde se cuele la primavera:
porque duermo en un árbol
para que mi corazón recobre el latido,
la luz y la cordura que perdí entre tu pelo.

También sueño mariposas
para encontrarme en el silencio que me ha dejado tu vuelo.
Pero no has sido tú la que te has ido
simplemente yo he dejado de estar en tí.

vino blanco y domingo rojo

Es domingo, estoy en casa y hace calor
pero es la frescura de los recuerdos lo que hoy me salva del mundo triste.

Bebo vino blanco y como sardinas
para recuperar el yodo en mi piel y mi pelo lleno de algas.

Escucho música de piano
y escribo poemas en una libreta azul
que también me salva del mundo triste.

Me levanto y me asomo a la ventana
para ver cómo se esconde el sol
primero es amarillo, luego rojo y naranja
y cuando lo tapa el tejado de una casa
se vuelve triste como este domingo caluroso
en el que ya no se salva nada.

Madrid 25-10-1994

21 junio 2011
Ha comenzado el frio. Y la gripe. Ando por la casa acompañada del pañuelo, dejando el rastro del resfriado en cada paso y a cada minuto.
También toso. Regularmente.
Y estornudo cada media hora.
Este otoño parece invierno.
El aire es frio pero me gusta. Siento el Norte en su soplido.
Todos mis montes. Mis caseríos. Mis pisadas
por la hierba verde como esta tinta ( el original está escrito con boli verde) que hoy me ayuda.

Un paisaje eterno de melancolía.
Amo mi tierra en cada día que Madrid se le asemeja.
Amo mi casa materna. Mis rincones no olvidados.
Mis días frios de enero. La lluvia de abril y de todos los meses del año.
La tristeza de sus calles al atardecer.
El brillo de sus charcos recordando siempre el agua.

Ha comenzado el frio y también la añoranza.

Me dejas un duro suelto- Madrid 1995-

La primera vez que la ví fue en una boca de Metro; concretamente en Tirso de Molina. Hace ahora, en Septiembre dos años.
Sentada en las escaleras miraba hacia el suelo y sólo levantaba la vista cada cierto tiempo. Tiempo que calculaba, supongo, entre la incesante marea de pies que delante de ella se sucedían.
Yo me imagino que a cada pie le pondría una cara, y a cada zapato una condición.
Como si contar pies fuera su trabajo, repetía:

- ¿Me dejas un duro suelto?

Hace días la he vuelto a ver y no parece la misma. Ha desmejorado visiblemente, aunque lleve las uñas coquetamente pintadas de rojo o violeta. Su cuerpo delgado cada día está más encogido. Nadie sabría calcularle los años y sin embargo es jóven. Lo dicen sus ojos; o esa manera suya de mirar que parece que sólo le faltase un duro para redondear la compra de algo importante; de hacer un viaje que posiblemente nunca tenga comienzo. Porque antes lo celebraría en el bar de la esquina. Como ayer; como hoy; como la mañana de domingo que repostada en la barra consumía lentamente su vida en aquel trago largo.
O quizá me esté equivocando y ella haya reunido tal cantidad de dinero que por fin pueda celebrarlo y emprender su viaje. Sin maletas. Sin nostálgia. Embriagada por el recuerdo de una estación de Metro y de unos cuantos duros sueltos en su bolsillo.

A punto de cumplir los 32- Madrid-

32 años pueden ser muchos años. No lo sé; yo todavía tengo 31 hasta el domingo.
Pero empiezo a sentir el tiempo de otra manera. El tiempo retenido, agolpado, vivido y por vivir. Acaso influya en todo esto el cambio de vida, de ciudad, de amigos...pero qué es todo ello sino una consecuencia también del tiempo?

La época de los veinti... es sin duda hermosa, pero también hiriente, incompleta, insatisfecha y huérfana. Cuando somos jóvenes tenemos la luna, pero nos falta su brillo para encontrar el camino de regreso a la Tierra.

A partir de los 32 años la gente y tu propia familia, empieza a hacerte más caso. Se debe a la madurez. Como la fruta que se ha ido haciendo a base de estar verde y en el árbol; de no tocarla, de no cercarla.
Nosotros maduramos sin árbol fijo y en más de una rama. Nos tocaron todo lo que quisieron, pero nadie entonces supo acariciarnos. Y nos pusieron más de un cerco delante. Delante de la voluntad, del ansia, del alma.
Maduramos tarde y como pudimos. Nos hicimos mayores.

Y sin embargo es en este tiempo de madurez cuando más me acuerdo de la infancia. Cuánta felicidad descubro hoy en ella. Repaso los recuerdos y me encuentro en aquellos años, en aquella niña rebelde y cariñosa que hoy todavía me acompaña.
Recuerdos de pueblo; de olores, de colores. Esencia de la vida que a punto de cumplir 32 años busco, evocando el tiempo pasado.

Dicen que a partir de los 32 todo es más fácil. La vida está más hecha; más asentada. Como la masa del pan.
Sólo que este pan a veces es duro; muy duro y cuesta meterle el diente; hallar un trocito blando que se deje morder.
Porque hay hambre, mucha hambre de este pan que es la vida. Y yo como tantos sólo aspiro a que la vida me pase dulcemente, tranquilamente; como un rio lento y armonioso.

Yo como tantos otros sólo ansío la paz;
la paz de un tenderete lleno de ropa secándose al sol.
La paz de una casa a la que siempre regresar;
la paz de un día lluvioso y un paisaje verde.
La buena paz de la gente que solo quiere vivir en paz.

32 años pueden ser muchos años. No lo sé; yo todavía tengo 31 hasta el domingo.

Melancolía

Aquella mañana de Mayo en el rumbo que las nubes tomaron sobre el cielo, descubrió lo que tantas veces buscara en libros durante años.
las nubes seguían su curso; el ritmo de sus piernas era veloz y
se perseguían unas a otras. Siempre para adelante, ¿ ha visto alguien que alguna nube fuera para atrás?...que a algún rio u ola le fluya el agua en sentido inverso?..

Ella también como las nubes y el agua, supo avanzar.
Le brotaba la ilusión como un surtidor de ansias nuevas. Por todos los cauces abiertos le crecían las ganas de fluir hasta el mar.

Y encontró a su paso cosas hermosas.

La infancia

La infancia es un territorio perfumado


que nadie tiene derecho a deshojar;


es como la corriente de un rio deslizándose armonioso


entre el retamal del tiempo; ligera y breve


como una sonrisa, pero rápida y profunda


como el eco de un bosque llegando a lo alto de un puente carcomido.

14-5- 1994






¡Cuántos tejados no hallarán el reflejo de la luna!
los caminos de la noche le cierran el paso,
sólo crecen antenas entre las tejas húmedas.
Alzadas al cielo, clavadas en el aire
esperan el sueño imposible,
pero yo sólo he visto caer la lluvia herida.

Esperanza 1995- Madrid-

Yo sé que detrás de aquella montaña
hay un camino que conduce a una llanura,
y detrás de la llanura un desnivel de sombras me espera.

También sé que en la noche
los ruídos del viento parecen demonios arrastrando nubes
y rompiendo lanzas;
que para llegar al sol
hay que atravesar una estación entera de lluvia
y rogar a Dios.

He comprobado que la sal del mar de mi memoria
abre llagas en mi piel
y por la sangre se cuela hasta pudrirme el corazón.

Pero aun así, quiero llegar a esa montaña.

Estoy cansada de imaginar la luz
estoy dolida de ver el mar
estoy vencida en el puerto de la ilusión.

La cometa

Cuando somos niños no podemos imaginarnos el sol de otra manera
que no sea sobre un cielo azul sembrado de pájaros y cometas;
cuando pasa el tiempo recogemos los hilos de los sueños que
volaron alto y se enredaron entre las patas del sol.

Por eso se vuelve tan a menudo a ese puente largo de días atrás
que es el recuerdo.

Pohibido el paso

20 junio 2011
Comienza el verano
y el calor se pasea entre las calles y plazas de la ciudad;
hay un corazón tendido al sol, una escalera sin peldaños
apoyada contra una pared vieja en la que leo

"Prohibido el paso por reformas"

y debajo el dibujo de un corazón roto.

Sigo caminando entre jardines y farolas que
todavía no se han encendido porque es verano
y los días tienen más luz y más nostálgia;
es entonces cuando sentada en un banco mi alma me saluda
y caigo en la cuenta que había salido a buscarla.

Espuma blanca

Desde esta orilla contemplo
cómo las olas se desvanecen en la arena;
así tu nombre desaparecerá
como una ola de espuma blanca
que al regresar ya no es la misma.

Noche de S. Juan

Podría subirme a los tejados de las casas y desde allí
tirar tus fotos, dibujos y cartas a la hoguera de S. Juan;
quemar en esa noche las últimas heridas
con la sana intención de olvidarte.

Pero yo sé que llegará Septiembre y el otoño
y entonces tu recuerdo se desprenderá como hoja seca
de mi corazón al suelo.

13- 12- 1995

08 junio 2011


Te acercaste despacio hasta el lecho
y bajo el velo florido de tu indiferencia
renació mi amor.
Todas las mañanas se abre el balcón de mi pecho
cuando alguien dice tu nombre, y yo,
no sé cómo calmar esta ilusión que nace entre sábanas blancas.

Ayer te besaron en el jardín
y un amasijo de nieve se aposentó en mi ventana
aterida sollozé, porque su frío quemaba.

Si por tocarme las manos
has robado de mí la calma
no miren tus ojos divinos mi boca,
que entre la dolorosa niebla del llanto te llama.

bilitis 13-12-1995

Tengo 20 años y me gusta el mar
vivo en una ciudad tan grande
que a veces el metro ni llega...
soy géminis y me encanta pasear
también conservo una foto de mi infancia
y por las noches pienso en el amor
como una ola alta sobrepasándome.

Trabajo en una floristería
y los domingos al atardecer
regreso a casa para llorar.

Tengo una grieta entre los ojos
por donde pierdo tu rastro
y entre las paredes de mi habitación
me devora la nostálgia.

Soy una mujer buscando su reflejo.

Romanza 14-12-1995



Todos los años regreso aquí
y compro en las tiendas más humildes.
Han empedrado la calle que baja hasta el puerto
y en la esquina venden percebes
envueltos en cucuruchos de papel mojado.

Nadie me ha preguntado por tí.

Me sonríen cuando bajo hasta la orilla de mar
y meto los pies en el agua,
hace calor y dos niños levantan castillos en la arena.

Yo izé una torre con tu amor en el mismo sitio.

Una mañana gris alguien vino a avisarme.
La marea había asolado el lugar.

La fiesta

A los tres años me sorprendió por su olor. Fue un atardecer caluroso del mes de agosto, mientras paseaba por la plaza de Los Carros.

Una bocanada caliente me llegó a la cara y respiré de golpe todo el aroma retenido en su cuerpo de paloma. Nunca pude imaginar que su olor hiciera florecer mis recuerdos, porque ella, o sea, Madrid, en sus noches de fiesta huele a aceite refrito, a gallinejas y a chorizo; a morcilla y churros....
sus calles se inundan de humo buscándote con afán pringoso las raices.

Por eso los puestos ambulantes, las esquinas colmadas de carritos con manzanas rojas de caramelo y dulces de algodón, nos devuelven la infancia envuelta en guirnaldas y humo de fiesta. Y así esas señoras que toman la fresca en la calle sentadas a la puerta de sus casas, se convierten también en nuestras madres, mientras nosotras acabamos reconociéndonos en los niños que corretean entre la gente, ávidos de sensaciones y plenos de una alegría que seguramente más tarde perderán.


San Cayetano, San Lorenzo y La Paloma, situados en una esquina de la calle reviven al paso de los chulapos y las coplas, al ritmo del chotis y el pasodoble, mientras las luces y los banderines engalanan los balcones y ventanas de mi barrio.

La verbena comenzará a la medianoche en la plaza de Cabestreros o en la calle Argumosa; y los jóvenes y mayores bailaremos al sonido de la orquesta envueltos en el torbellino de los carruseles y las tómbolas.

La sangría y la limoná en cada tenderete servirán para aplacar el calor y olvidar las horas venideras de septiembre en que ya todo volverá a ser lo mismo.

Sólo nos queda esperar un año más para recorrer Embajadores, Toledo, Lavapiés, Calatrava, Salitre o La Paloma, como la primera vez.


Sobre lo que escribo

 
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