Que las cosas en las que creemos dejan un día de existir.
Y nuestros días se suceden doloridos y hambrientos de ternura.
Cómo decir que los verbos que aprendimos de niños
no sirven para rezar.
Y nuestros días se suceden doloridos y hambrientos de ternura.
Cómo decir que los verbos que aprendimos de niños
no sirven para rezar.
Que las palabras de amor que pronunciamos
son hoy lápidas abiertas bajo un cielo plomizo.
Y que todos los besos no dados
yacen en el suelo de nuestra desesperanza.
Cómo decir que la emoción era la cueva
donde el eco de tu nombre me traspasaba y hería.
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